Primer pensamiento que me vino a la mente al ver el disco que me había tocado en suerte: “joder, con toda la música buena y/o interesante que hay en el mundo me ha tenido que tocar esta puta mierda, ¿quién habrá sido el gili…?”. Por entonces, ni la había escuchado ni falta que me hacía: un reportaje acerca de la susodicha en la infame H Magazine había hecho el trabajo por mí.

El artículo en cuestión, a dos páginas y en ese tipo de papel que tan bien huele y que tanto me gusta acariciar cuando… (bueno, en otro momento os lo cuento), me aclaró dos cosas: una referente a la comentada revista que aquí omitiré; la otra, que la tal Natasha Kan (todavía no me queda claro si es ella sola o hay más…tampoco es que haya investigado mucho) es un engañabobos para modernos y almas que confunden sensibilidad con sensiblería, sentimiento con tontería.

La tal Natasha es de origen paquistaní. De ahí lo de lashes (unos batidos cojonudos de la zona); lo de bat debe ser por lo nocturna que es la chica (how cool!!!). Pero no nocturna de bombo y volquetón; sino de cuentos para irse a dormir. Como esos que te contaba papá sentado al borde la cama.

Y es que sus letras parecen estar llenas de hadas, unicornios y demás parafernalia panflida; sus pintas, acordes con la temática, no las quisiera yo para mis amigas; y sus canciones, una vez escuchadas, se dividen entre el folk medieval (‘Tahiti’), los gorgoritos fotocopiados de la Björk (‘Trophy’), las baladas vomitivas (‘Sad Eyes’), la banda sonoras para película romántica de sobremesa (‘Sarah’) o auténticos coñazos como ‘Seal Jubilee’ (muy sentida, eso sí).

Se salvan dos canciones.

‘Horse and I’, porque está la primera de todas y te pilla desprevenido cada vez que le das al play; además, a mí el rococo, como estilo musical, siempre me ha llamado la atención (tengo la colección entera de Francisco Couperin); y vale, el ritmillo de batería tiene su pase.

La otra es ‘What’s a Girl to Do’. Más que nada porque te lo deja a huevo, sobre todo después de ver el vídeo donde fusilan (la originalidad no es el fuerte de esta chica) a Donnie Darko (y por ahí no paso), para responder a su pregunta. Alto y claro: “En tu caso, mona, cerrar la boca”. Vale, una vez más el rollo rococo y la percusión tienen su aquel.

Unos últimos apuntes: Thom ‘donde pongo el ojo, no se cuál, pongo la bala’ Yorke es fan (apañados vamos); paso de darle puntuación, es una ful y punto; después de muchas vueltas, esta tipa no me vale ni como modelo de American Apparel (y eso que me lo pareció en un principio); que raro no haberla tenido en el Summercase de este año; a lo mejor es que tengo la sensibilidad en el escroto, pero aún así no es problema mío.

Ya que, al menos, la tengo en algún lado.

Lilaboy le da un 0

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